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Es constante la lucha de los pueblos originarios para conservar su identidad, sus territorios y hacer valer sus derechos. Buscan evitar así el maltrato y la discriminación que reciben de la sociedad.
La sociedad se basa en la idea de que los pueblos originarios pertenecen a un tipo de sociedad que, por razones que nunca terminan de explicarse, sobreviven actualmente como residuos de sociedades antiguas que no se han integrado completamente a la sociedad mayoritaria. En general los ignoran y los aíslan, abandonándolos a la desigualdad y la pobreza, con consecuencias nefastas de mortalidad infantil y persistencia del analfabetismo, entre otros padecimientos.
Las carencias económicas los alejan de la educación y la información. Las enfermedades en el aislamiento rural hacen estragos en las comunidades de los pueblos originarios, que desconoce su propia situación, convirtiéndose en seres excluidos de la sociedad, expuestos a sufrir permanentes violaciones a sus derechos.
El gobierno no les proporciona los recursos necesarios para su existencia, les roban y quitan sus tierras, y aunque el gobierno elabore constituciones en las que se encuentran leyes para la protección, derecho y bienestar de estos grupos, lamentablemente no las ponen en práctica.
Si se habla de formar una sociedad puericultura en función a la solidaridad, en el respeto y en los derechos humanos no se pueden seguir fomentando, alentando, favoreciendo ni tolerando ningún tipo de discriminación.
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